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jueves, 8 de diciembre de 2011

Un poco de historia

La noción de maternidad muestra una evolución histórica, particularmente en relación con la imagen de mujer y las nociones de crianza. Las transformaciones que ha experimentado este concepto, lo sitúan como una construcción social que ha tenido impacto en la definición de la identidad de la mujer y su posición en la sociedad. Los cambios que caracterizan la época postmoderna plantean nuevas demandas a la organización social. Esto ofrece nuevas direcciones a la concepción de maternidad que se construye en el diálogo colectivo y a la definición de la mujer tanto frente a sí misma como frente a la cultura.
El concepto de maternidad a lo largo de la historia, aparece como un conjunto de creencias y significados en permanente evolución, influidos por factores culturales y sociales, que han ido apoyándose en ideas en torno a la mujer, a la procreación y a la crianza, como vertientes que se encuentran y entrecruzan en la interpretación. Siendo la maternidad un concepto que se intercambia en el espacio social, su interpretación y repercusión en la experiencia individual es muy significativa, siendo por largo tiempo tal vez la investidura más poderosa para la autodefinición y autoevaluación de cada mujer, aún de aquellas que no son madres.
Desde hace aproximadamente 35.000 años hay registro de la cultura humana. Se encontraron huellas de nuestros antepasados, tablillas tamaño de un puño, vasijas dibujadas, grabados, etc.
Estos registros arqueológicos nos cuentas que fueron las madres con sus crías las primeras en irse agrupando para protegerse mejor y poder satisfacer las necesidades suyas y las de sus crianzas. Esta fue la forma natural de vivir humana. Lo que nos permitió ir evolucionando como especie fue el sentido de comunidad de ayuda mutua.
Las matronas eran las personas que se encargaban del cuidado de la salud de las mujeres durante el embarazo de la asistencia al parto y seguimiento del postparto.
La cría era cargada por sus madres y por cualquiera de la comunidad, eran amadas y nacían y vivían en bien estar.
Este vínculo se ha establecido sin problemas durante toda la historia de la humanidad ya que el parto y nacimiento se veía como algo normal y natural.
Los hombres eran parte de la comunidad, no como padres, porque ese rol se inventó 30.000 años después, sino como humano que con-vivían con la tierra y sus seres. Cuidaban, amaban, sin sentido de pertenencia, ni autoridad, libres.
A lo largo de la historia, la maternidad y género ha estado vinculada con la fecundación y fertilidad, asociado a la madre tierra, y también se vincula con la protección, conservación, el afecto, el sacrificio, la incondicionalidad. La mujer gozaba de un rol fundamental en la sociedad, debido a la función indispensable de la procreación. La maternidad ha sido idealizada, asociada con lo divino y lo sagrado, por eso, las diosas femeninas dominaron la mitología por más tiempo que los dioses masculinos, y su principal fuente de poder era su capacidad de procrear.
Fueron aproximadamente 30.000 años de esta forma de vida. Desde hace unos 5.000 años estas comunidades matriarcales (la madre es el centro) fueron mutando gracias al inicio del patriarcado que dura hasta nuestros días, que entre otras cosas trajo consigo las religiones, que mal-trataron a la mujer, dando leyes para el uso de los cuerpos y transformándolas en moral, reprimiendo y censurando lo natural. Apoyando la devastación de la naturaleza, la acumulación, el maltrato animal, el poder, el autoritarismo, las diferencias de trato por sexo, la educación rígida en la niñez, incentivando guerras, celos, divisiones, fronteras, etc. Además el patriarcado trajo consigo otras ciencias que lo avalaron con teorías filosóficas,  biológicas, psicológicas, etc.  
Con el advenimiento del patriarcado, las diosas fueron desplazadas por los dioses masculinos y atacadas en su propia fuente de poder, la procreación.
En las sociedades patriarcales, los géneros tienen características y roles claramente estereotipados, es tarea de los hombres, fecundar, proveer el sustento de la familia, ejercer la autoridad, defender a la familia de terceros. Las mujeres tienen asignado el cuidado del hogar, la maternidad, velar por la salud de todos los integrantes de la familia, brindar afecto. Al hombre le corresponde pues, un rol volcado hacia el exterior, y a la mujer, uno que va hacia el interior.
En las sociedades modernas, con el debilitamiento (aunque no desaparición) del patriarcado, las mujeres han ingresado en el mercado del trabajo asalariado, provocando un corrimiento en los roles paternos.
En el momento en que el parto empezó a verse más bien como un acto médico y las mujeres empezaron a acudir a los hospitales a dar a luz, empezaron a surgir dificultades en el establecimiento del vínculo madre-hijo. En los hospitales de principios del siglo XX los bebés eran separados sistemáticamente de sus madres y devueltos como mínimo 12 horas después del parto.
Está comprobado que las dos horas siguientes tras el nacimiento, se produce en el bebé un incremento considerable de una hormona que espabila al recién nacido y lo estimula para que se agarre al pecho y establezca con su madre el tan preciado vínculo. El contacto piel con piel y la proximidad física crean los lazos de unión determinantes para la fusion madre-hijo. Por ello estas primeras dos horas de vida son cruciales y nunca debería separarse a madre e hijo tras el parto (salvo indicación médica justificada).
Se da en la actualidad una vuelta a la crianza natural o crianza con apego.
Muchos de los conceptos que promueve la crianza con apego pueden parecer raras, obsoletas o exóticas, por eso se va a tratar de explicar para que se comprenda bien algo fundamental: lo verdaderamente importante es el bienestar del bebé. Hay situaciones que la crianza con apego considera básicas pero como ya sabemos, cada familia es un mundo y cada bebé una personita individual con sus gustos, apegos, emociones, etc.

La crianza con apego tiene algunos elementos que han sido estudiados por etnopediatras, pediatras, psiquiatras antropólogos y otros profesionales y tomados como acertados en la crianza de los niños y hasta necesarios.

La crianza respetuosa no es el cumplimiento a rajatabla de estos conceptos. El punto es que cada familia adapta a su hogar todo aquello que simplifique y armonice su estilo de vida, dándole siempre prioridad al bienestar del bebé y al instinto materno y paterno. El pensamiento principal detrás de estos tópicos es siempre el respeto y el amor al niño en cada una de sus etapas; por eso se habla de empatía: ponernos en lugar de esa pequeña personita y proporcionarle un crecimiento armonioso. 
 
Pero para dar ese paso es necesario que nos despojemos un poco y paulatinamente de todas las imposiciones culturales con las cuales convivimos a diario en occidente.


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